viernes, 3 de enero de 2014

Mi inicio en el mundo de los faros, por Leonor.

Creo haber nacido sintiendo el sonido de una sirena y viendo las precisas ráfagas de la luz de un faro. Mi abuelo fue farista, como a él le gustaba que les llamaran, y siguió sus pasos mi tío Serafín. En casa se hablaba a menudo de lo que era vivir en un faro, de la tranquilidad que proporcionaba el estar alejado de las grandes ciudades pero también de la soledad que a veces invadía a sus moradores. Mi madre y mis tíos vivieron una niñez muy especial en el pequeño poblado de Sancti Petri, donde mi abuelo estaba destinado. Desde que tengo recuerdos he oído hablar de la barca que llevaba al farista al Castillo donde se encuentra el faro, de su ayudante y de los ingenieros que venían a hacer sus inspecciones, de las lámparas de acetileno y de la manivela para subir el contrapeso que hacía girar la lente, de los días en que se hacía casi imposible navegar hasta el islote y de los peligros de los bombardeos durante la guerra, cuando tuvieron que apagar los faros y refugiarse en el Coto de San José, donde se encontraban algunas de las balizas que eran responsabilidad del farista. Allí tuvieron que quedarse mi abuela y todos sus hijos hasta que pasó el peligro.

En fin, como podéis imaginar lo llevo en la sangre. Incluso pensé presentarme a las oposiciones pero se quedó en eso, en un pensamiento. No
puedo decir en qué momento despertó en mí el amor por los faros, los amo desde siempre. Ejercen sobre mí una gran fuerza de atracción y me gustan todos, desde las pequeñas luces instaladas en una antigua torre vigía hasta la majestuosa torre del Faro de Chipiona, todos tienen su particular encanto.

Las visitas al Faro de Torrox donde estaba mi tío eran para mí más interesantes que cualquier parque de atracciones. Oír sus explicaciones y ver la vida tan distinta que disfrutaban en comparación con el resto de vidas que yo conocía, hacían que le viera como a un ser especial.

Mi abuelo, Antonio Beltrán Vega, en el despacho que tenía en la casa. Fue farista en Sancti Petri desde principios de los años veinte hasta 1.947.


Un abrazo a todos los amigos de la Asociación y en especial a nuestro "Presi" que está logrando que se cumplan muchos de mis sueños.

Leonor.

1 comentario:

El viejo farero dijo...

Bonitos recuerdos y bonita forma de meterse en este mundillo de los faros, no todos hemos tenido la suerte de tenerlo tan cerca.

Muchas gracias por la parte que me toca en tu saludo, es una alegría inmensa saber que esta Asociación da buenos momentos a sus socios. Seguiremos en ello.

Un beso, delegada cañailla.