lunes, 27 de octubre de 2014

Visita de Adela a Punta Carnero.

Hace unos días podíamos leer lo que  nuestra amiga Charo contaba sobre la visita que hicieron al Faro de Punta Carnero con motivo del cumpleaños de su tía Adela.  Hoy es la protagonista del cumpleaños y de la historia quien nos dá su visión.  Me ha costado mucho trabajo poner el texto tal y como me lo ha mandado Adela, sin recortar alguna que otra frase,  porque cuando se tiene cariño a una persona las cosas se hacen sin esperar nada a cambio. Así hicimos Charo, Antonio, Ángel y yo lo del regalo a nuestra amiga, pero, como podréis leer, ella es extremadamente agradecida y se ha empeñado en que yo, a pesar de que nadie me vea, me sonroje.  En fin, aquí está tu relato Adela, un abrazo inmenso, con todo el cariño que te tengo.


Visita al Faro de Punta Carnero.

Hola, amigos de los faros:


Hoy quiero dejar constancia de lo que es un amigo verdadero de los faros. He escrito algunas cosillas ya que nací en uno de ellos y llevo dentro de mí esa semilla que nunca podré olvidar.

Después de lo escrito por mi sobrina Charo poco puedo decir, sólo quiero dar las gracias a Paco y Ángel, el torrero, que hicieron posible este sueño y convertirlo en realidad. ¡Cuántas veces llegué  hasta la reja para verlo desde lejos sin tener la oportunidad de poder entrar!  Esto ha sido para mí, más que un regalo, una ilusión cumplida. Podéis imaginaros: volver a vivir todos aquellos recuerdos y después de más de setenta años volver a visitar todos los rincones donde viví esos años de mi niñez.  Subir a la torre, donde casi puedes tocar el peñón y ver pasar esos barcos que, camino del Estrecho, te pasan por delante. Fue emocionante, y eso se lo debo a nuestro querido amigo Paco que a mis ochenta y cuatro años me hizo el regalazo de visitar ese faro moviendo todos los hilos necesarios y preparando al torrero de turno que nos recibió con los brazos abiertos, como todos los torreros que conocí en mis tiempos; eran afables y se desvivían con las visitas que llegaban hasta allí. Fue un día memorable para mí y mis acompañantes, Charo y Antonio, que me desplazaron hasta allí.


Desde luego este Paco no tiene precio, y no lo digo por su atención conmigo, lo digo por su labor desarrollada en su amor por los faros dando a conocer a tantas personas la labor de los faros y de aquellos hombres que dieron parte de sus vidas por los hombres de la mar y nunca fueron reconocidos. En aquellos tiempos no era fácil la vida en los faros, hoy gracias a Dios han cambiado mucho las cosas y gracias a hombres como Paco hemos sabido de su existencia y de la vida y milagros de los hombres de los faros, y lo mejor de todo es que Paco no es farero, ni hijo del cuerpo, ¿Cómo corresponder a tanta generosidad?

Lo vuelvo a decir: Paco, no tienes precio. Mil gracias por tu detalle, espero que algún día se reconozcan tus trabajos y esfuerzos por llevar adelante esta misión tan meritoria en favor de los faros.

Un fuerte abrazo.


Adela Fedriani.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amiga Adela: Hacer un par de llamadas no tiene la menor importancia, sobre todo cuando es para alguien como tú y cuando se está seguro de que las demás personas van a responder. Aquí lo único importante es que tú disfrutaras recordando el pasado y viviendo ese presente al mismo tiempo.

Un abrazo y un par de besos con todo el cariño que sabes te tengo.

Paco.

Leonor dijo...

No sabes cuánto me alegro de leer este relato, sé que has hecho feliz a Adela como nos haces felices a muchos de los que amamos los faros y que gracias a tu trabajo estamos disfrutando de ellos y luchando por su supervivencia.

Un abrazo.