Ellos suelen votar por la segunda: la imagen del exterior de la torre les hace imaginar que, por dentro, el faro es así. ¿Pero es realmente esa? No sé cual habrás pensado tú que lees esto, pero la escalera de esta torre de piedra es la primera. ¿Qué les ha pasado a los críos? Simplemente lo mismo que nos ocurre tantas y tantas veces a los mayores, aquello que, de una u otra manera van aprendiendo de nuestro comportamiento: han etiquetado al faro, han dicho cómo es su interior sin conocerlo, basándose solamente en su aspecto exterior. Cuando les digo cual es la escalera son reacios a creerlo, les cuesta, después se ríen, se sorprenden. Al final entienden por qué se equivocaron. ¿Aprenderemos los mayores algún día a conocer antes de calificar?
martes, 28 de octubre de 2014
Mis faros humanizados.
lunes, 27 de octubre de 2014
Visita de Adela a Punta Carnero.
Hace unos días podíamos leer lo que nuestra amiga Charo contaba sobre la visita que hicieron al Faro de Punta Carnero con motivo del cumpleaños de su tía Adela. Hoy es la protagonista del cumpleaños y de la historia quien nos dá su visión. Me ha costado mucho trabajo poner el texto tal y como me lo ha mandado Adela, sin recortar alguna que otra frase, porque cuando se tiene cariño a una persona las cosas se hacen sin esperar nada a cambio. Así hicimos Charo, Antonio, Ángel y yo lo del regalo a nuestra amiga, pero, como podréis leer, ella es extremadamente agradecida y se ha empeñado en que yo, a pesar de que nadie me vea, me sonroje. En fin, aquí está tu relato Adela, un abrazo inmenso, con todo el cariño que te tengo.
Visita al Faro de Punta Carnero.
Hola, amigos de los faros:
Hoy quiero dejar constancia de lo que es un amigo verdadero de los faros. He escrito algunas cosillas ya que nací en uno de ellos y llevo dentro de mí esa semilla que nunca podré olvidar.
Desde luego este Paco no tiene precio, y no lo digo por su atención conmigo, lo digo por su labor desarrollada en su amor por los faros dando a conocer a tantas personas la labor de los faros y de aquellos hombres que dieron parte de sus vidas por los hombres de la mar y nunca fueron reconocidos. En aquellos tiempos no era fácil la vida en los faros, hoy gracias a Dios han cambiado mucho las cosas y gracias a hombres como Paco hemos sabido de su existencia y de la vida y milagros de los hombres de los faros, y lo mejor de todo es que Paco no es farero, ni hijo del cuerpo, ¿Cómo corresponder a tanta generosidad?
Lo vuelvo a decir: Paco, no tienes precio. Mil gracias por tu detalle, espero que algún día se reconozcan tus trabajos y esfuerzos por llevar adelante esta misión tan meritoria en favor de los faros.
Un fuerte abrazo.
Adela Fedriani.
jueves, 23 de octubre de 2014
Un te en el faro.
A finales del pasado mes de septiembre nuestra socia y amiga Adela cumplía 84 años. Su padre era farero y ella nació en el antiguo Faro de Isla Verde, una pequeña isla en la bahía de Algeciras que hace años dejó de ser isla cuando la unieron al puerto. Ha vivido en varios faros andaluces y parte de su niñez la pasó en el de Punta Carnero. días antes de su cumpleaños la Asociación se puso en contacto con el actual farero, Ángel, un encanto de persona, y entre todos le organizamos un regalo a nuestra amiga Adela: volver al faro de su niñez. Su sobrina Charo, que también forma parte de la Asociación, fue la encargada de llevarla y ahora es quien nos cuenta la experiencia.
Un te en el faro
Llegamos
un poco antes de la hora acordada. Ángel, el farero nos esperaba. Marcamos su
móvil para avisarle de que estábamos junto a la verja cerrada. Silencio, olor a mar y muchos barcos navegando
por el estrecho. Un paisaje de naturaleza viva pero silenciosa estaba a
nuestros pies. Habíamos conseguido –gracias a la Asociación de Amigos de los
Faros- poder visitar el Faro de Punta Carnero, en Algeciras. Y con nosotros, mi
tía Adela, hija, sobrina y nieta de farero (o torrero como ella dice) que
volvía al lugar 74 años después, que no son nada.
Sus
ojos se fijaron en la torre –la reja no existía en los años cuarenta-. La casa
del faro había sufrido algunas reformas. En el lado izquierdo de la fachada
había un cañaveral, pero no quedaba aquel magnífico huerto. Rodeando el
edificio, por la parte de atrás, no se observaban los restos del puesto de
artillería defensivo de la guerra de la Independencia. Y tampoco estaban ya las
dos higueras con cuyos higos negros mi abuela hacía dulces con azúcar moreno,
canela y clavo. Sí estaba el mismo cañón de niebla de entonces, aunque algo más
arreglado por fuera. Mi tía Adela también buscaba la alcantarilla en la que se refugiaba
con sus padres y hermanos -la familia del farero- de los bombardeos aéreos
alemanes.
Con
Ángel nos recibe su madre, una anciana dulce que aún conserva un encanto y belleza
natural. Ambos nos enseñan el edificio por dentro, con un patio enlosado que al
final lleva a la entrada al faro, y que a ambos lados tiene lo que fueron las
viviendas de los dos fareros. Uno de ellos fue mi abuelo,
Francisco Fedriani
Garbarino y el otro Eugenio Ruiz Mayorga. El patio ahora está cubierto, pero entonces
sin techo caían en su interior los trozos de metralla procedentes de la
contienda mundial. Entramos en lo que fue el despacho de mi abuelo. Allí
escribía los partes diarios de trabajo, tras la noche en vela atendiendo el
encendido del faro. Al amanecer podría descansar durante el día y noche
siguientes, relevándole el otro farero. Hoy la habitación es el laboratorio del
torrero, que colabora tecnológicamente en la observación de las corrientes
marinas del lugar.
Pero
cuenta mi tía que tras acabar su trabajo diario al amanecer, en lugar de
acostarse, mi abuelo salía de la vivienda para estar a eso de las 8 de la
mañana y hasta las 2 en que regresaba a comer, en una casita sobre el cerro
pintada de verde, en el lugar llamado “La Ballenera”, en la que daba clases a
los hijos de los pescadores. Mi tía cantaba canciones a los niños. El chalet
continúa en pie, aunque en un estado de abandono.
Y
mi abuela cantaba también mientras él se echaba la siesta. Han pasado solo 74
años. Aquella tarde robamos un par de horas a la soledad del farero. Nos
apropiamos de parte de su silencio, de su conciencia interior y su paraíso.
Ángel nos recibió con un muestrario de tés y unas galletas. Aquellas infusiones
nos supieron a gloria. Allí no llega ni el cartero ni la recogida de basuras.
En realidad, el tiempo no había pasado.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Los faros andaluces en el Curso de Temas Sevillanos.

Seguimos haciendo camino y dando pasos en nuestra misión de acercar los faros de Andalucía a la población, de enseñarle a quien lo desee el tesoro que encierran y el triste desconocimiento que padecen. En este sentido la próxima actividad prevista es para el 4 de noviembre que estrenaremos el curso con una charla en el colegio Josefa Gavala, en la localidad de Lebrija.
lunes, 20 de octubre de 2014
Faro de Chipiona.
Dicen que el lugar más oscuro del mundo está debajo de la linterna de un faro. Javier Casas, un enamorado de Chipiona y de su faro, escribe poemas y nos ha regalado uno breve, corto, pero precioso y lleno de sentimiento. Algunas veces, cuando se escribe bien, no es preciso decir muchas palabras para decir mucho. El poema del amigo Javier hace referencia a la noche y al faro. Lo compartimos:
LA NOCHE.
Las noches de Chipiona
nunca son noches cerradas,
pues cuando el ocaso llega
y el sol se escurre y se escapa
zambulléndose a lo lejos
entre las aguas doradas,
el Faro de Chipiona
se enciende para alumbrarlas.
Javier Casas.
Gracias Javier por compartir con los amigos de los faros tu poema.
jueves, 9 de octubre de 2014
Programa "conoce los faros".
En el diario digital Sevilla Press aparece hoy la noticia que esperamos llegue tanto a padres como a educadores. Desde aquí invitamos a los equipos directivos de los colegios de Sevilla a que ofrezcan esta actividad única a sus alumnos, ellos son los hombres y mujeres de mañana y serán ellos los encargados de defender y proteger nuestro patrimonio, pero para ello, antes, deben conocerlo.
lunes, 6 de octubre de 2014
Un colegio con nombre de farero.
Desde Chipiona el amigo Septimio me ha enviado este enlace que quiero compartir con vosotros. Algunas veces en este país hay cosas que se hacen bien y, ponerle a este colegio canario este nombre es una de ellas.
Dicen que cada día avanzamos hacia un mundo mejor pero, posiblemente, solamente lo hagamos hacia una vida más artificial, más acelerada y menos vida. Se perdieron los juegos de los niños en las calles, se perdió el respeto a los maestros, se perdió el pararse a charlar con cualquiera con quien te cruzabas... En la isla de Lobos, hace ya muchos años, se fué el último farero y en una isla vecina un colegio lleva el nombre por el que le conocían. Es como no haberse ido del todo, como si algo suyo (su memoria) se quedase para siempre entre sus vecinos y las generaciones venideras.
Yo, al leer esto del "último farero de la isla de Lobos" me he acordado de Mario, otro amigo farero, que un buen día me regaló un libro y, en la dedicatoria, lo firmó como "el último farero de Mesa Roldán". Que pena que hoy existan tantos "ultimos fareros".
Gracias amigo Septimio por tan bonito regalo.
Un abrazo.
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